lunes, 19 de diciembre de 2016

TOBÍAS. CAPÍTULO 10.

La vuelta a casa.

101Por su parte, Tobit iba contando, uno por uno, los días del viaje de Tobías, la ida y la vuelta. Pero pasó el tiempo sin que su hijo volviera, 2y pensó: <<¡Ha tenido allí algún contratiempo! A lo mejor ha muerto Gabael y no le da nadie el dinero>>. 3Y empezó a preocuparse.
4Su mujer, Ana, decía:
-Mi hijo ha muerto. Mi hijo ya no vive.
Y empezó a llorar y a lamentarse por él:
5-¡Ay de mí, hijo! ¡Te dejé marchar, y tú eras la luz de mis ojos!
6Tobit le reñía:
-Calla, no te preocupes, mujer. Está sano y salvo. Habrá tenido allí mucho que hacer. Su compañero es de confianza, es uno de los nuestros. No te aflijas por él, mujer, llegará en seguida.
7Pero ella repuso:
-Calla, déjame, no intentes engañarme. Mi hijo ha muerto.
Y todos los días iba a otear el camino por donde había marchado su hijo, porque no creía a nadie. Y cuando se ponía el sol entraba en casa, lamentándose, y se pasaba la noche llorando, sin poder dormir.
8Cuando pasaron los catorce días de fiesta que Ragüel había jurado hacer a su hija por la boda. Tobías fue a decirle:
-Déjame marchar, porque estoy seguro que mi padre y mi madre piensan que no volverán a verme. Te ruego, padre, que me dejes marchar a mi casa. Ya te dije en qué situación los dejé.
9Ragüel respondió:
-Quédate, hijo, quédate conmigo. Yo mandaré un correo a tu padre, Tobit, con noticias tuyas. 
Pero Tobías repuso:
-No, no. Por favor, déjame volver a mi casa.
10Entonces Ragüel, sin más, entregó a Tobías su mujer, Sara, y la mitad de sus bienes, criados y criadas, vacas y ovejas, burros y camellos, ropa, dinero y vajilla. 11Los despidió sanos y salvos, diciéndole a Tobías:
-Salud, hijo. Que tengas buen viaje. El Señor del cielo os guíe, a ti y a tu mujer, Sara. A ver si antes de morirme puedo ver a vuestros hijos.
12Luego dijo a su hija, Sara:
-Ve a casa de tu suegro. Desde ahora ellos son tus padres, como los que te hemos dado la vida.* 14c¡Ojalá puedas honrarlos mientras vivan! Vete en paz, hija. A ver si mientras vivo no oigo más que buenas noticias tuyas.
Los abrazó y les dejó marchar.
13Edna se despidió de Tobías:
-Hijo y pariente querido, que el Señor te lleve a casa. A ver si antes de morirme puedo ver a vuestros hijos. Delante de Dios te confío a mi hija, Sara. No la disgustes nunca. Anda en paz, hijo.Desde ahora yo soy tu madre y Sara tu hermana. ¡Ojalá viviéramos todos juntos toda la vida!
Los besó y los despidió sanos y salvos.
14Así marchó Tobías de casa de Ragüel, sano y salvo, alegre y alabando al Señor del cielo y tierra, rey del universo, por el éxito del viaje.

Explicación.

10 Se adensan los paralelos con las narraciones patriarcales, en particular con la vuelta de Jacob a Canaán: despedida del suegro, viaje con la mujer y las posesiones, encuentro con ángeles. Al destino histórico de Jacob, padre de tribus, corresponde el destino de una familia de desterrados, y el ángel es su servidor doméstico. En cambio, falta el dramatismo, suplido con despedidas efusivas regadas con lágrimas. Retorna la técnica del montaje paralelo, pero sin doble oración. El joven, ya iniciado, toma la iniciativa.
10,1-7 La espera en casa de los padres se salva por el contaste entre ambos y por la incoherencia acertada de las reacciones. Tobit, internamente preocupado, intenta tranquilizarse tranquilizando a su esposa. Ella, después de afirmar que su hijo ha muerto, sigue saliendo a esperarlo. No llegan a compartir el dolor común y la común esperanza. Hay un momento estremecido, cuando la mujer, en presencia del marido ciego, llama a su hijo "luz de mis ojos". La Vulgata amplifica la escena.

10,9 "Un correo": en griego angelos, de doble sentido, en presencia de Rafael. Hay cosas que no puede hacer un mensajero: la mejor noticia para los padres es el hijo en persona.

10,11 Es desproporcionado el espacio concedido a las despedidas. La enseñanza edificante suplanta a la narración interesante.

10,12 El v.14c va detrás del v.12.

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