lunes, 19 de diciembre de 2016

TOBÍAS. CAPÍTULO 9.

91Entonces Tobías llamó a Rafael, y le dijo:
2-Amigo Azarías, vete a Ragués con cuatro criados y dos camellos. 3Llégate a casa de Gabael, dale el recibo, carga el dinero y a él te lo traes a la boda. 4Ya sabes que mi padre estará contando los días, y basta que me retrase un día para darle un disgusto. Y ya ves que tampoco puedo quebrantar el juramento de Ragüel.
5Rafael marchó a Ragués de Media con los cuatro criados y los dos camellos, y se hospedaron en casa de Gabael. Rafael le entregó el recibo y le habló de Tobías, hijo de Tobit: que se había casado y que lo invitaba a la boda. Gabael contó inmediatamente los sacos precintados y los cargaron.
6De madrugada partieron juntos para ir a la boda. Al llegar a casa de Ragüel encontraron a Tobías sentado a la mesa. Se levantó y saludó a Gabael, que le echó la bendición entre lágrimas:
-¡Qué buen hijo de un padre excelente, honrado y caritativo! Que el Señor te bendiga con bendiciones del cielo, y también a tu mujer y a tus suegros. Bendito sea Dios, porque estoy viendo el vivo retrato de mi primo Tobit.

Explicación.

9 A partir de la boda, el relato avanza en movimiento anticlimático. El presente capítulo llena neutralmente el tiempo de los festejos nupciales. El asunto del dinero ha pasado a segundo plano.
¿Se soluciona nada más un asunto familiar, de dos hijos únicos? ¿Está en juego la continuidad de una tribu en Israel? (Véase la preocupación expresada en Jue 21,3.7). Las referencias patriarcales (4,12 AB), las alusiones, la mención reiterada de la tribu parecen indicar que la preocupación del autor era más ancha. En una familia ejemplar se jugaba el destino de una tribu. Por eso Tobías era "salvador" (6,18) y los dos jóvenes reciben la bendición de la fecundidad. Tobit tiene que transmitir a su hijo una herencia económica y una espiritual, que es la fidelidad al Señor y la observancia de la ley, condición y garantía para la supervivencia de la tribu. Hombres como Tobit, familias como la de Tobías y Sara salvarán en la diáspora la integridad del pueblo.

9,6 Puede compararse con la bendición de Isaac a Jacob (Gn 27).

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